En Antigal Authentic Flavors, la cocina no acompaña al vino: tiene voz propia. Ubicado dentro de la bodega mendocina, este restaurante sorprende con una propuesta que cruza técnicas y sabores de distintas partes del mundo, sin perder la conexión con el producto local.
El chef Lucian Ricco se anima a salir del molde con combinaciones inesperadas y platos que hablan de viajes, estaciones y territorio. Desde una sandía asada que funciona como entrada fresca y ahumada a la vez, hasta un arroz socarrat con pato profundo y reconfortante, cada paso suma algo distinto.
El menú de mediodía tiene opciones de tres pasos, con variantes en cada categoría, o versiones más largas para quienes quieran entregarse a la experiencia completa. Los platos cambian con la temporada, pero hay una lógica que se mantiene: productos bien elegidos, técnicas precisas y un equilibrio entre lo creativo y lo rico. No hay pretensión ni efectismo. Todo lo que llega a la mesa tiene sentido.
Entre los destacados, además de esa entrada con sandía que funciona como un refresco inesperado, aparece un pan brioche con ragú de cordero y alioli de azafrán, que podría estar en una barra de tapas en el País Vasco pero también se siente muy mendocino. El arroz socarrat con pato, con su capa crocante y su intensidad justa, es de esos platos que no se olvidan fácil.
El maridaje acompaña bien sin imponerse, con vinos de distintas líneas de Antigal que permiten conocer la bodega más allá de sus etiquetas más conocidas. El servicio es atento pero relajado, y el ritmo del almuerzo se acomoda al deseo del comensal: puede ser una comida rápida y deliciosa, o una larga sobremesa con vista a los viñedos.
Antigal Authentic Flavors no replica fórmulas: se nota que hay un equipo con ganas de hacer algo distinto. Y lo están logrando.
Las fotos de este artículo fueron tomadas con un Moto g54 5G de Motorola Argentina











