Planificar las vacaciones es algo especial. Implica elegir fechas, destinos, evaluar el clima, elegir hoteles, actividades para hacer y un sinfín de cosas que a mí, por lo menos, me encantan. Pero a veces puede ser estresante, sobre todo cuando uno viaja en familia, o a lugares donde realmente la oferta es muy amplia. Un viaje en crucero, en cambio, es la definición perfecta de relajación: es sumergirse en un mundo donde el placer, la diversión, los espectáculos, la gastronomía y el entretenimiento están en el mismo lugar. MSC Cruceros entiende ese concepto a la perfección y por eso sus barcos – y la organización de sus viajes, con stopover en distintas ciudades- proporcionan todo lo necesario para una estadía perfecta.
Voy a confesar que nunca había visitado un crucero, y cuando entré al MSC Poesia quedé impactada. En primer lugar, por el tamaño: tiene 294 metros de eslora. Es decir, unas tres cuadras. Puesto en vertical, sería una torre de más de 90 pisos. Muchas veces cuando pensamos en un crucero, las primeras imágenes que nos vienen a la mente son los solariums, piscinas, y todo lo que nos traslada al verano y al sol. Pero realmente hay mucho más.
La recepción es la de un hotel de lujo. Una decoración clásica y elegante -en mi caso, todavía me tocó verla con adornos navideños, y todo realmente impecable. Adentro, cada uno de los espacios, restaurantes y bares, tiene una ambientación diferente, que va desde los sillones y los tapizados hasta la música. Cada ambiente te lleva a un lugar distinto.
Los viajes en el Poesia son de siete noches y en este momento salen del puerto de Santos, con escalas en Buenos Aires -donde los pasajeros tienen toda la tarde para recorrer la ciudad y hacen noche en el puerto- y Montevideo. Durante esas noche, pueden disfrutar de música en vivo en los distintos bares, fiestas temáticas y espectáculos en el teatro, que merece una mención especial: es un teatro que sería de los más lindos de cualquier ciudad, con capacidad para 1200 espectadores y una iluminación soñada. (Está pensado para que la mitad de los pasajeros pueda ver el show mientras la otra mitad disfruta de la cena, y viceversa). También hay un casino, con mesas tradicionales y maquinas, y una discoteca a bordo.
Mi zona favorita, de todas maneras, es la de la típica foto de la terraza. Un solarium increíble con dos piscinas grandes, una para niños, cuatro piscinas de hidromasaje, bares que invitan al agua de coco, mojito, caipiriña o los más ricos licuados, y una zona para practicar minigolf y tennis. Para los más chicos hay juegos y un kids club. Si el clima acompaña, es para pasar horas disfrutando la vista al océano desde ahi. Y hablando de vista, el gimnasio tiene vista panorámica al mar. Punto extra para conquistar a los que, como yo, vamos a entrenar sólo por la vista.
La zona de bienestar se completa con un spa de película, con decoración estilo oriental, que ofrece distintos tipos de masajes y tratamientos, y un centro de belleza con venta de productos, peluqueria y manicura.
En total hay 16 pisos, que albergan a 2550 pasajeros, 14 bares, cuatro restaurantes, casino, teatro, varias boutiques que ofrecen marcas de lujo libres de impuestos, biblioteca, espacio para fumar habanos, la discoteca, el kids club y varias cosas mas. Es una ciudad trasladada por mar, con mil cosas para hacer y entretenimientos para todos los gustos. La oferta gastronómica también es variada: los cuatro restaurantes ofrecen distintos tipos de comida, que van desde el buffet hasta platos a la carta. Yo probé “Le Fontane”, el restaurante de la planta baja, y los calamares a la plancha con vegetales fueron espectaculares. Todos los restaurantes, salvo el de especialidad (en el Poesia es de sushi, y según dicen es el mejor sushi de altamar), están incluidos en el paquete turístico. El de sushi, así como las bebidas, se paga aparte (para las bebidas, de todas formas, se puede contratar un plan que las incluye).
En cuanto a las cabinas, las hay internas, con vista al mar y con balcón. Y, para familias numerosas, está la posibilidad de conectar dos.
Poder hacer de todo sin tener que pensar nada es la clave del descanso. Mientras en cualquier ciudad uno tiene que decidir cómo armar el día para optimizar el tiempo y llegar a conocer todo, en un crucero lo único que hay que decidir es qué espectáculo ver, en qué bar o restaurante sentarse a tomar algo, y a qué hora del día subir a tomar sol, sabiendo que, de todas maneras, tiene seis días más para probar otro.
Datazos:
El MSC Poesía hace recorridos de siete noches, pero en MSC hay viajes por distintos lugares con travesías de nueve, veintiún noches (el transatlántico que va hasta Venezia) y una novedad increíble para el 2020: se podrá dar la vuelta al mundo en crucero!
Esten atentos a las novedades en www.msccruceros.com.ar
Compromiso con la sustentabilidad
MSC Cruceros tiene, además, un compromiso con el medio ambiente. Por eso es la primera línea de cruceros del mundo en tener operaciones marinas neutrales de carbono para reducir el impacto climático.