Ramiro Rocha, ingeniero agrónomo de Bodega El Esteco, comparte su recorrido
profesional y la pasión por el trabajo vitivinícola en uno de los terruños más desafiantes y admirados del país.
Con motivo del Día del Ingeniero Agrónomo, Bodega El Esteco
celebra la labor de quienes, día a día, cuidan la tierra, interpretan el clima, entienden a la
planta y trabajan con una mirada sustentable para obtener lo mejor del viñedo. En esta
fecha, Ramiro Rocha, ingeniero agrónomo de la bodega, da a conocer su historia y cómo
es producir uvas en los Valles Calchaquíes, una de las regiones vitivinícolas más singulares
del mundo.
“Mi conexión con esta profesión comenzó de adolescente. En el año 2000, yo
tenía 14 años, y mi padre compró un campo donde nos fuimos a vivir. Esa
experiencia me marcó: aprendimos a andar a caballo, a explorar el monte, y vi
cómo mi padre pasó de una rutina de oficina a una vida de trabajo al aire libre,
cerca de nosotros. Esa transformación familiar me dejó una huella profunda. Y
cuando descubrí la vitivinicultura en la carrera, encontré una combinación de
ciencia, arte y respeto por el terruño que me cautivó”, cuenta Ramiro.
Trabajar en los Valles Calchaquíes implica enfrentarse a un entorno imponente y complejo:
altitudes extremas que van desde los 1600 a los 3100 metros sobre el nivel del mar, suelos
pobres en materia orgánica, y un clima semidesértico con gran amplitud térmica. “Todo esto
impacta directamente en la calidad de la uva”, explica. “Se obtienen bayas con pieles
gruesas, alta concentración polifenólica y una expresión aromática muy marcada. Son vinos
con color intenso, estructura y personalidad, propios de este lugar”.
Sin embargo, los desafíos no son solo naturales. Al ser una región alejada de los grandes
centros urbanos, la planificación se vuelve esencial. “Los proveedores de insumos son
escasos, todo debe estar pensado con anticipación. A la vez, se construye un fuerte sentido
de pertenencia con la comunidad. Somos parte del valle, y eso también se refleja en
nuestros vinos”, señala.
En cuanto al enfoque técnico, El Esteco se distingue por un manejo de viñedo preciso,
responsable y sostenible. “Estudiamos nuestros suelos, el clima y las plantas para hacer
un uso racional del agua, aplicamos tecnología de avanzada y fomentamos la biodiversidad
con pasturas nativas y cultivos de cobertura. Todo esto no solo mejora la calidad del vino,
sino que también protege la salud del suelo y del entorno”, explica Rocha.
Pero más allá de lo técnico, hay una dimensión que trasciende lo profesional: el orgullo por
lo que se construye desde un lugar remoto con proyección global.
“Me enorgullece formar parte de un equipo apasionado, con profundo
conocimiento del proceso. Producimos nuestra propia materia prima, la
elaboramos y fraccionamos acá mismo, en esta región alejada de los grandes
centros de consumo. Desde acá, llegamos a más de 55 países. Ese recorrido
habla de compromiso, experiencia y visión de largo plazo”.
En este día especial, Bodega El Esteco reconoce y agradece el trabajo de todos los
ingenieros agrónomos del país, pilares fundamentales en la producción agroindustrial
argentina. Su vocación y conocimiento son claves para cuidar la tierra, alimentar el presente
y proyectar el futuro.